Andar por las aceras suele ser algo normal, una situación cotidiana. Caminar, rodar, brincar de la acera a la calle, ir a nuestro lugar de estudio, al trabajo o a la casa. Movilizarnos implica encontrarnos con personas, realizar actividades como la compras o pasear a la mascota y para ello requerimos trasladarnos por nuestros barrios, pueblos y ciudades, algo habitual para muchas personas pero ¿acaso todas las personas viven lo mismo al movilizarse en su pueblo y ciudad?
Primero que nada ¿qué es la movilidad?
Para tener una mejor comprensión, vamos a definir “movilidad”, como la acción de movernos de un punto A a un punto B. La movilidad es un derecho que tenemos todas las personas, en donde nos trasladamos en nuestro entorno para suplir nuestras necesidades. Sin embargo no todas las personas experimentan situaciones similares al movilizarse, ya que varía entre cada grupo poblacional, es decir, nos movilizamos de manera distinta y estas formas están condicionadas a las características de nuestra edad, profesión, actividades recreativas, familia y todo está vinculado a nuestras condiciones físicas, mentales, económicas y sociales.
Por lo que todas las personas experimentan situaciones diferentes al trasladarse, por ejemplo una personas con alguna discapacidad física que no cuente con aceras en buen estado o rampas en el transporte público para ir andando, se le hace muy difícil o imposible optar por estas formas de movilización y debe recurrir a otras más de mayor costo como el transporte privado o limitarse a salir de su residencia. Este tipo de situaciones genera una gran desigualdad de oportunidades para muchas personas y cada vez las personas se sienten menos motivadas a optar por medios de transporte más ecológicos, ya sea el transporte colectivo, ir andando o el uso de la bicicleta.
Más ciudades para las personas
Desde un evento histórico tan crucial para la humanidad como la Primera Revolución Industrial, el orden en las ciudades a nivel global y muchas hasta la fecho, han consistido en poner al vehículo privado como prioridad en el sistema de movilidad, construyendo infraestructura de puentes sin pasos peatonales o ciclovías, dejando calles más anchas, aceras más angostas, pocas o nulas paradas de buses, cada día aumenta el espacio del carro porque se ha normalizado su uso cotidiano, quizá sin cuestionarnos el porqué.
El automóvil se ha constituido como el medio de transporte principal en la vida humana, el sueño se construye hacia poseer un carro y moverse individualmente con una agenda propia. De esta manera, cada vez se construyen más autopistas y se amplían más carriles pero siempre hay más carros y atascos, debido a que el transporte motorizado ha permitido que logremos llegar más lejos pero ¿a qué costo? Un crecimiento horizontal acelerado de la ciudad, es decir vamos consumiendo más territorio de forma desmedida, con poca planificación y separando los usos de suelo, por lo que las fuentes de trabajo, los lugares de compras y otros servicios necesarios se encuentran muy alejados de los lugares de residencia en un sistema de movilidad urbano donde se deja de lado otras formas de traslado como la bicicleta o transporte colectivo; provocando ciudades con mayores índices de contaminación de aire, sónica, de las fuentes de agua, entre otras consecuencias negativas como la deforestación, la inseguridad vial y la pérdida de calidad de vida humana.
Humanizar el espacio público
Es por eso que para poder cambiar las condiciones de traslado en nuestros pueblos y ciudades se debe de apostar por una movilidad sostenible, que nos propone un cambio radical en cómo está la jerarquía actual en el uso del espacio público. En primer lugar, se debe priorizar las formas de movilización no motorizada (quienes generan menos CO² transitando) como la peatonal o en bicicleta, luego el transporte colectivo, le sigue el transporte de carga y por último el privado (carro y motos), como lo muestra la siguiente imagen de la Pirámide Invertida de Movilidad Sostenible.
La movilidad sostenible busca hacer ciudades más compactas, es decir que los servicios fundamentales que necesitamos se encuentren a una distancia cercana de donde se vivimos y que se le dé prioridad a los modos de transporte que promuevan la equidad, el beneficio social y ambiental (priorizar el interés común por encima de los particulares). Para ello, es fundamental humanizar el espacio público, entendiendo cómo funciona el espacio para las personas que habitan la ciudad porque esta debe de estar adaptada a sus necesidades., lo que implica recuperar el espacio público para peatones, ciclistas y quienes andan en transporte público.
(…) se debe priorizar las formas de movilización no motorizada (quienes generan menos CO² transitando), como la peatonal o en bicicleta (…)
El espacio público es para la gente no para los carros, he aquí la importancia de la participación ciudadana, porque desde un proceso participativo en la comunidad se toman en cuenta las necesidades reales de la gente, cuáles son sus prioridades para ver cómo el espacio se puede adaptar mejor, además la inclusión de diferentes grupos etarios o minorías va a general mayor receptividad y confianza para apropiarse del lugar, fortalece el sentido de pertenencia con el lugar y así promueve un ambiente más seguro y equitativo.
El espacio público es para la gente no para los carros (…)
¿Cómo podemos lograr que las personas se involucren en las dinámicas de movilidad?
Todas las personas tenemos la posibilidad de involucrarnos, de ser parte del cambio al tomar conciencia de cómo mi realidad varía con la de otras personas. Entender las dinámicas nos ayuda a comprender las experiencias que las demás poblaciones tienen.
Acá les traemos algunas acciones necesarias para que inicien su camino en la incidencia de la movilidad sostenible e inclusiva:
Observación: para entender las dinámicas vecinales o comunales, cómo me muevo yo, mis vecinos, mi familia, ¿acaso hay alguien con discapacidad cerca? ¿será que la chica siempre se siente segura al caminar por la calle? La observación usualmente lleva a cuestionarnos la realidad cercana.
Búsqueda de información: Es importante nutrirnos de conocimiento, investigar sobre pueblos o ciudades que hayan avanzado en la movilidad sostenible, ver ejemplos nos ayuda a imaginar cómo podemos cambiar nuestro entorno, también nos ayuda a entender que no estamos en soledad al soñar con cambiar el lugar donde vivo y me movilizo.
Estado de la cuestión: Al observar y encontrar información relacionada que nos llama la atención y buscar qué pasa en mi barrio, en mi comunidad o en mi ciudad, ¿cuál es el estado de las aceras, las rampas, las paradas del transporte público, de los parques y plazas? ¿Será que las infancias y adolescentes tienen autonomía para trasladarse a la escuela o es peligroso? El estado de la cuestión hace referencia a cómo está la realidad en la que existimos para entender, cuánta atención le prestan a estos temas los gobiernos locales y cómo está la incidencia en este tema en mi entorno.
Organización ante la realidad: Es posible que veamos este tema muy grande, pero podemos enfocarnos en nuestro barrio, ¿cuál es el estado de las aceras, están bien las rampas de acceso o son casi toboganes? Si no tenemos esa posibilidad de incidir directamente, siempre es importante buscar asociaciones vecinales u organizaciones cercanas que trabajan estos temas, asistir a eventos o tan solo acercarse y ponerse a disposición para colaborar. Si vamos cambiando e incidiendo en pequeñas cosas, las demás personas tomarán el ejemplo.
Por último, los datos son esenciales para poder planificar de manera informada y proponer soluciones que se adapten a las verdaderas necesidades de las personas dentro de nuestras comunidades. Es fundamental tejer redes reunirse con asociaciones de desarrollo, fundaciones, colectivos, asociaciones de mujeres y demás actores sociales dentro de la comunidad para accionar de forma conjunta en las dinámicas de movilidad. Este es el principio para diseñar infraestructura en las comunidades enfocada en las personas.
Este video fue parte de la publicidad del Primer Festival de movilidad Comunitaria en Costa Rica, como una invitación a conocer sobre qué es la movilidad sostenible y haciendo una llamado a toda la comunidad a participar en el evento.
Compilación por Yazmín Morera G. y Raquel Sagot
Fotografía por Iva Alvarado y Marco Aurelio Rodríguez
Ilustración por Carolina Marcenaro
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